jueves, 1 de julio de 2010

DESDE EL PAIS DE LAS BANDURRIAS

 
Verde puñado de manzanas
paladeando la humedad
fresca de la tarde.

                                                                   La gélida brisa
peina las sabanas
hasta un pájaro posándose
sobre un claro de cenizas
donde antes un bosque había.



He nombrado a mujeres
He dado mi nombre y mi sello a tantas cosas.

Nada más genuino
que una palabra escrita
incorregida.

Así
mi lacra se ha derramado
sobre
innumerables páginas,
asumiendo mi pequeñez
en estas constelaciones.

Sabemos lo que pasa :

El mar respira
plácidamente
bajo mis plantas.

El azar ya no cabe.

Acepto los designios de la armonía
en la clave de toda belleza.

Esta es mi sombra
Este es mi vertedero.

Helena de uvas
Pública carne en el alcohol
Maderamen desarticulado
En el mar del vendaval.



Desde esa concepción
en su lluviosa frescura
aprehendí del verde la frontera
entre el bosque y el río
entre el monte y el lago
la pradera y el piélago.

Confluí desde lo alto
hacia la manzana en su centro
de madera resbalosa.

Y heme aquí
evocando humedades
avizorando lo perdido
lo inconcluso
todo.