martes, 8 de septiembre de 2009

OFRENDA DE LUZ PARA LOS DONES

  •  
Retiro mi sombra de las sabanas
mientras exhalas
la última brisa de la trilla
que hoy te sustenta.
 
Regreso,
pisando adoquines por sombríos
callejones, vericuetos fríos,
con la pesadumbre de la ciudad
sobre los hombros.
 
A propósito,
más alto que los templos,
más allá de dioses ingeniados por el hombre,
algo más que religiones de consuelo,
ninguna otra entidad me favorece,
ninguna muleta es necesaria.

La sonrisa de mi padre muerto es suficiente
La disposición de una mujer en el crepúsculo

Un lar
donde reposar mis huesos.
 
Hasta aquí
nada es dicto.
 
Volvemos a la infancia
sin papas ni basílicas
ni menos adorar abejas reinas.
 
Por lo que tengo memoria
ha
millones de años, tus labios interiores
bastaron
para seguir viviendo.
 
Si me preguntaran
dónde descansa mi cuerpo
debo decir que no recuerdo
cuánto
muerto he estado.
 
Han sido tantos los tiempos que he cruzado
de un estado a otro
vislumbrando
los espacios que he sumado, a veces sucesivos
en bandada, en otras
traslapados eslabones
y siempre
yuxtapuestas estaciones.
 
Sobre la caleta extendida de la aurora
se extienden tus ojos simples
pacificando los perímetros
de tu estadía en mis playas.
 
Los seres de la Tierra se van deteriorando.

Retroceden.
Estamos hablando sobre humanos.
La degradación de las aguas.
Mas, inversamente
vanse sumando capas al centro
al núcleo del cerebro los frutos
mientras la piel se desgrana
envejeciendo.


Desde alguna perspectiva del tiempo
nos vemos empequeñeciendo
y en el anverso de éste - su cara luminosa -
conocemos algo más, otro tramo, el plan,
la estrategia
del derrotero humano :


Tu mano flanqueada por mis dedos
en un explorar en tus hoyuelos
al centro de tus sabrosos nudillos, no tiembla
cuando se posa la noche,
considerando que el tiempo
es un abrir y cerrar de elementos
en la geografía
de tus humedales.



Y cuando contemplo tus impredecibles
ojos, inevitablemente vuelvo
a mi tardía infancia
confusa, pero alegremente ansiosa
de robarte un líquido beso
simultáneo a mi palma,
amordazando el misterio
entreabierto
de tus dos columnas poderosas, ahí exactamente.
 
Y estamos aquí, navegando
con un barco a la espalda
con una ola entre los labios
que estalla y resuella
como una mujer en su entrega.


 
Yendo al encuentro de los hijos
sin reparo al empedrado,
caminando
con la indolencia
del vagabundo.
 
Solamente tus ojos
en el celeste claro de la aurora,
porque
lo que tus ojos ven
es creado.

                   Una historia merece ser mágica
para ser contada
y tener el don de la palabra
que logre ser digna
de parafrasearla.

 

JAVIERA
 
 

 

 
Javiera de las rosas
Pancha Javiera
Ojos verde esmeralda
Maquinaria matriarcal
apuntando al centro de la tierra.
 
Todo aquello se inflama
cuando digo tu nombre
Javiera viajera
quien me ayudó a cruzar
calles
torrentosas.
 
No persiguió oros ni bastos ni espadas, la viajera

Grande la mano
Acogedora,
Ayudista de tareas
escolares,
Escuchadora, lisonjera, ofrenda
de primeros auxilios.

Chilota cocinera
Vertiente de cuentos y campesinas leyendas
Celestina
Abuela coloquial
Recolectora de flores al pasar

Abuela del silabario
que me vela, riega y cocina
en mi huerto solitario.


 

Alors, renuncio a mi humana
condición,
como siempre he sido :
Vapor de maquinarias
Compuerta
Eslabón que se funde
en este regazo al filo
de la sabiduría.

Alors, rescato
al delfín de aguas azules :

Sólo Zaratustra merece ser orado
Sólo Zaratustra merece ser extrañado.

Alors, inicio
eliminando basurales
- partiendo por las religiones.



Que el mar se recoja, vomite y lave
esta miseria humana.




Cómo le ha ido al caballero ?
Cómo está la fundación del caballero ?


Volvamos a la infancia
Dos puntos

Nací
en la independencia
algo más al norte de la plaza
Chacabuco
a un costado del hipódromo
a centímetros del padre del piano.




Nací
entre papeles de seda
en los volantines de mi padre
al borde de la recoleta.


Oh ¡ La Recoleta
donde conocí a la mujer más sorprendente de mi historia.



Petrarca me respalda
para consolidar mi lenguaje
como si esto fuera
un imperativo romano.


 
Me encaramé a un árbol
para rescatar
un volantín perdido
y cuando, ganando espacios a la altura
de rama en rama, troncos escalé, sorprendido
bramé historias
desde los surcos de un tallo :
- Don Teófilo !
- Don Braulio !
- La señora Mandrágora !
Cómo está usted ?
Un castillo de cáceres y barqueros
efraínes.

Hasta teillieres salieron al baile,
nicanores
isabelinos.
 
Vamos recapitulando :
Solamente recordar puedo
que traspuse las alfombras del alma mientras llenaba
una ficha en la biblioteca
mientras mis hijos se columpiaban
en algún parque cercano.
 
En algún parque, con mis hijos
me encaramé a un árbol
para rescatar
un volantín caído.
 
Y seguí deambulando por el centro,
por la suciedad institucional,
viendo gente arrugada de pobreza amarga,
gordas madres con cara de niña
con pelos sin brillo, ajadas y tristes.

En algún parque, con mis hijos
me encaramé a un árbol para rescatarme.
 
Y a Don Efraín se le ocurrió decir :
" El hombre tiene la edad
de su primer recuerdo ".
Entonces :

Los puertos, ventanas, quinteros, mejillones,
tu casa.

Entonces los puertos, tus playas, las maestranzas,
las herrerías, tu puerta ancha entre las piernas,
tal tal para cual
tu isla grande
mi gran estrella
solitaria
mi gran estrella
solitaria.
 
Ansío el don del conocimiento de la historia
meridional y transversal.
 
Me mantuve lejos por comodidad
para emerger un día arrepentido
de mi ignorancia
esperando el momento de regresar.
 
Trasvasijar y trasvasijar en la clepsidra.

 
Tu hendidura en la espalda

Meridiano vital
Ruta central del amante
Camino dorsal entre los fiordos
Médula espinal de las sirenas
que cantan a la pleamar
que las hace eternas.

 
Cuando hablo de maestros en mi vida,

miro hacia la copa de los árboles.


La hoja flotando sobre el río
tórnase amarilla dentro de su verde.


El ciclo se revierte :
Mis hijos son
mis progenitores.




Al bajar los altos escalones
metálicos, rugosos,
la planta del pie izquierdo recibe el mensaje de los fierros
del tren en los vagones
de segunda clase
en los tiempos de estudiante.


Esto te ofrezco :
Una ciudad lluviosa
- devuélvete -


Aquí no tendrás a tus hijos - devuélvete -

Sólo números y acero
Mitines de protesta
Ingenuos amigos
Buenos camaradas, horizontes vagos, utopías.



A veces, un domingo, a la hora del abandono, una catedral
abierta
con órgano incluído.


El álgebra del cálculo
en la pregunta de un niño
y la respuesta extraviada del indigente en la noche
cuando los ojos cierra para no creer en nada.


Hijo,

Vienes a ponerme de pie
Deberás comprender mi amor a lo aromático
Oxigenado y verde
Que es mi suplemento
A lo inamovible y clásico

















































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